ESCULTURA DE MANUELA BELTRÁN RASGANDO EL EDICTO (PANACHI)

Escultura "Homenaje a la santandereanidad" (Detalles)

del escultor manizalita LUIS GUILLERMO VALLEJO

Las imágenes han sido tomadas de la página del autor:

http://luisguillermovallejo.com/castellano/?page_id=114

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UN PUNTO DE VISTA CRÍTICO SOBRE LA ESCULTURA EN PANACHI:

GUILLERMO VALLEJO Y SU ESCULTURA SOBRE LA SANTANDEREANIDAD

Por: Octavio Escalante
En: http://artistaszonaoriente.blogspot.com/2009/04/guillermo-vallejo-y-su-escultura-sobre.html

(...) La obra del escultor manizalita Guillermo Vallejo en el Parque Nacional del Chicamocha, no debió ser tan sólo mercancía cultural sino legado universal de una geografía común y no un monumento que contiene postulados centrados en favorecer los esquemas oficialistas.

Haciendo lectura sin el corazón de la santandereanidad, sobre la hoja de tabaco se despliega un pesebre de personajes que desdibujan lo popular; además, la posición de la iglesia católica apostólica y romana, en la obra sigue siendo desde una mirada que aún se arrodilla (hay que observarlo de abajo hacia arriba).

Por eso, hay que decirlo claramente: no se trata de negociar la cultura como un estuche que sostiene los sueños de los politiqueros; al mismo tiempo, que el artista no está condenado a la pasividad y obediencia hacia el poder, se trata de instaurar pluralidad, creatividad y no la sumisión y afán monetarista.

Por otro lado, la condición y posibilidad del artista desde lo político, no se limita a reproducir los modelos del poder. Es ahí donde la obra de Vallejo no recupera la memoria libertaria sino que oficializa de nuevo la historia conservadora, la de la Academia de Historia, la que se cuenta en el Honorable Congreso de la República y la que repiten los periodistas por los distintos medios de información.

A Vallejo, al que se le nota que nunca leyó sobre Los Comuneros, hay que decirle que la emancipación se dio gracias a las redes de diálogo popular en plazas de mercado, en esquinas, en el paseo del río; emancipar es horizontalizar el diálogo, no es diálogo arrodillado sino subversión de los valores que llevaron gratuitamente a unos a estar arriba de los otros.

La obra del Panachi es respuesta a una expresión desde el acomodo, es un arte sin preguntas nuevas y lo peor es que deja estancado un esquema de poder que aún hoy pretende perpetuarse sobre una patria indolente e ignorante impuesta por disposición de quienes han sido nuestros amigos por constitución y herencia.

El proyecto no tuvo convocatoria abierta, ni licitación; todo lo hicieron con la permisibilidad de lo políticamente correcto y si bien la discusión no es posible darla desde lo jurídico, sí es necesario abrirla a los espacios de la ética y estética. Es que asesinar a Pablo Escobar dio origen a un gobernador de pensamiento militar y proponente artístico, bajo decisiones autoritarias y no estéticas del proyecto Panachi.

El Chicamocha es paisaje que desde la mirada contemplativa e interiorizante es contexto sagrado y por lo tanto debería de estar legislado por leyes especiales para contrarrestar el oportunismo intervencionista de los patrimonios geográficos regionales y que quienes decidan sobre estos proyectos estén obligados a generar una consulta minina con la comunidad que se ve involucrada por estos macroproyectos. Muchos de los dialectos de las selvas colombianas sirvieron como armas de guerra en los conflictos de Vietnam e Irak; las llamadas investigaciones etnolingüísticas del Instituto Lingüístico de Verano pasaron de ser códigos misteriosos y profundos a ser maquinaria guerrerista.

La obra no significa mucho en la tierra de los hechos, haciendo homenaje falso a la esencia de la revolución comunera, que enseñó al mundo americano a actuar contra las políticas opresoras dando importancia a lo colectivo que representan las voluntades y estrategias del pueblo, por recuperar los derechos mas allá de las conveniencias y coyunturas políticas.

En conclusión, la obra del manizalita Guillermo Vallejo es una manera de oficializar la historia popular, su propuesta fue una manera de inventar y usurpar desde lo cotidiano los dominios del otro.

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